jeudi 28 juin 2012

de El Malpensante



Poesía

Dos sonetos



La historia de las relaciones entre lenguas vernáculas y lengua común en Italia es muy accidentada. Desde el triunfo literario y “oficial” del florentino en el siglo xvi, las otras lenguas habladas —y en varios casos escritas— en la península italiana se vieron reducidas al nivel de lenguas menores, populares; a la latina: vulgares. Y el término “dialecto” adquirió el sentido despectivo que aún perdura. Sin embargo, se tiende hoy a revaluar y traer a la luz la producción poética antigua en lenguas menores: Pier Paolo Pasolini, Tonino Guerra, Franco Loi, para no mencionar sino a los mayores en el ámbito italiano. Pero si estos autores de hoy elevan la lengua vernácula a medio de expresión de las más altas instancias poéticas, en los siglos pasados la lengua dialectal en poesía se reservaba para temas considerados “impropios” de la lengua “culta”, entre los cuales el erotismo campechano, alimentado de palabras burlonamente soeces e imágenes divertidamente albureras, ocupa un destacado lugar. En dialecto se permite decir cosas que es mejor callar en sociedad.

Es éste el caso de Giorgio Baffo (1694-1768), un veneciano rico, solterón y empecinado, crítico de la corrupción que reinaba en Venecia en la clase dirigente y el clero, y polemista sobre temas teatrales con su ilustre contemporáneo Carlo Goldoni. Baffo se deleitó en componer poemas licenciosos en lengua veneciana, con risueña y abierta exaltación de los placeres carnales, un triunfo de la naturaleza que se adorna con las expresiones metafóricas divertidas y ricas de dobles sentidos de extracción popular. Su cosmovisión se concentra en el sexo femenino (la mona), siempre mencionado en las zonas vénetas en innumerables modismos y locuciones de varios y no siempre aconsejables sentidos. Este sector de su obra recibió censura y no fue publicado sino parcialmente después de su muerte, y no forma parte de los cuatro tomos de su producción “seria” y moralizante. Casanova, su famoso coterráneo, atribuyó a la miope censura el efecto contrario al deseado: el de dar a conocer su obra. Se sabe que lo leyeron Stendhal y Apollinaire, y es ahora objeto de una justa revaluación en Italia. En España, Pere Gimferrer ha incluido a Baffo en su colección de retratosLos raros (Planeta, Barcelona, 1995).

Quello che vedo, odoro, gusto, e sento
Quello che vedo, odoro, gusto, e sento,
tutto mona me par; se vardo el cielo
e che contemplo quel che ghé de belo,
me deventa una mona el firmamento.
Se terra tocco, o l’acqua, o el fogo, o el vento,
me apr de toccar la mona col so pelo,
e se a sti corpi pensa el mio cervelo
se me trasforma in mona ogni elemento.
Se naso un’erba, un fior, un legno, un frutto,
e quanto sa produr la terra, e l’ mar,
sento l’odor de mona da per tutto.
In somma, se mi voggio specular,
quanto in natura ghé de bello, e brutto,
se me converte in mona anca ‘l pensar.

Cuanto yo veo, huelo, gusto y siento
Cuanto yo veo, huelo, gusto y siento,
todo se me hace coño; miro al cielo,
allí contemplo lo que luce hermoso,
y un coño se me torna el firmamento.
Si tierra toco, o el agua, o el fuego, o el viento,
pienso tocar el coño con su vello,
y si mi mente piensa en esos cuerpos,
se me transforma en coño el elemento.
Si huelo hierba o flor, madera o fruto,
todo lo que producen tierra y mar,
por doquier me figuro oler a coño.
En fin, si acaso quiero especular
sobre lo que en natura es bello o feo,
se me convierte en coño hasta el pensar.
Cara mona, che in mezzo a do colone
Cara mona, che in mezzo a do colone
ti xe là messa, come un capitelo,
per cupola ti ga do culattone,
e ‘l bus del cul sora xe ‘l to cielo.
Perché t’adorin tutte le persone
ti stá coverta sotto un bianco velo,
che, se qualqun te l’alza, e che t’spone,
vittima sul to altar casca ogni oselo.
El sacro bosco ti me par de Diana,
dove un per banda ghe do mustacchioni,
che all’arca ne conduse della mana.
Notte e zorno ti fa miracoloni,
che l’acqua, che trà su la to fontana,
dà vita al cazzo, e spirito ai cogioni.
Coño querido, que entre dos columnas
Coño querido, que entre dos columnas
allí estás, puesto como un capitel,
ostentas como cúpula dos nalgas,
y arriba, como el cielo, el hoyo chico.
Para que todo el mundo te venere
blanco velo te cubre a toda hora,
pues si alguien lo quita y te revela
todo pájaro cae víctima en tu altar.
Me pareces de Diana el sacro bosque,
con un mostacho enorme a cada lado,
que nos guía y lleva al arca del maná.
Tú haces cada día grandes milagros,
pues da el agua que brota de tu fuente,
vida al carajo, aliento a los cojones.

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